La leyenda de Sant Jordi se remonta a siglos atrás y es una parte fundamental de la cultura catalana. Esta historia épica narra el coraje de un valiente caballero que se enfrentó a un feroz dragón para salvar a una princesa y a un pueblo entero.
Cuenta la leyenda que en un pueblo llamado Montblanc, cerca de la Vila, vivía un temible dragón que aterrorizaba a sus habitantes. Los pobladores, desesperados, intentaron calmar a la bestia con todo tipo de ofrendas, pero el dragón seguía devorándolo todo y acercándose cada vez más a las murallas de la ciudad.
Ante esta amenaza imparable, el pueblo tuvo que tomar una decisión trágica: ofrecer sacrificios humanos para mantener al dragón a raya. Así, cada día, un ciudadano era escogido aleatoriamente para ser entregado al dragón como alimento.
Cuando llegó el turno de la hija del rey, la princesa, todo el pueblo se entristeció. A pesar de las súplicas del monarca, el acuerdo debía ser cumplido. Pero en este momento crítico, apareció un caballero valiente e intrépido llamado Sant Jordi. Montando su caballo blanco y con su espada en mano, Sant Jordi desafió al dragón en una lucha épica.
Con coraje y destreza, Sant Jordi luchó contra la bestia, hasta que finalmente logró clavar su espada en el corazón del dragón, poniendo fin a su reinado de terror. De la herida del dragón surgió una rosa, símbolo de la nueva vida y del amor que había triunfado sobre el miedo.
Sant Jordi rescató a la princesa y, como muestra de su estima, le ofreció la rosa. Con el dragón vencido y la princesa a salvo, el pueblo celebró con alegría la valentía de su héroe.
Desde entonces, cada 23 de abril, los catalanes celebran el Día de Sant Jordi, regalando rosas como símbolo de amor y libros en honor a la coincidencia con el Día Internacional del Libro. Esta fiesta es una oportunidad para conmemorar la leyenda y compartir el amor y la cultura con los seres queridos.